“…la belleza es el único lenguaje de nuestra alma…no comprende otros. No tiene otra vida, no puede producir otra cosa, no puede interesarse en otra cosa… ¡Se necesita tan poca cosa para estimular la belleza de un alma!...Quizá no es necesario despertar, sino basta no adormecer. No es quizás el elevarse, sino el descender, lo que requiere esfuerzos…si tuviésemos menos miedo de la belleza, llegaríamos a no encontrar otra cosa en la vida, porque, en realidad, bajo todo lo que se ve, lo único que existe es eso…”

Maurice Maeterlinck

41. Sin título

Este objeto escultórico, es una reflexión sobre la utilidad de nuestro cuerpo luego de la muerte.
Algunos desean ser enterrados, otros incinerados, otros esparcidos en espacios significativos para el difunto.
Particularmente aquí se trata de ser una obra de arte. Físicamente estar presente, mediante la utilización de cenizas de huesos humanos en el esmalte de la pieza. Podría considerarse el propio testamento, mi epitafio o el modo que encontré como artista de comercializar al igual que otros con la incomprendida muerte.

Arcilla modelada por plancha, esmalte con carga de ceniza de huesos humanos y pigmento. Base de marmol y de cemento.

lapida de 37 x 7 x 60 cm
mármol 50 x 32 x 10
cemento 67 x 37 x 80cm